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Dejemos de llamar soft skills a las habilidades sociales

Las competencias interpersonales y su importancia a la hora de contratar a nuevos empleados es un tema cada vez más presente en el contexto empresarial. Según el informe Global Talent Trends (2019) de LinkedIn, el 89% de los reclutadores afirma que cuando una contratación no funciona, suele deberse a la falta de habilidades sociales.

Incluso en un ámbito tan especializado como el de las TI (Tecnologías de la Información), hay procesos de contratación en los que las habilidades sociales pesan más que las técnicas. Por ejemplo, un Jefe de Proyecto que no sepa trabajar en equipo difícilmente podrá evolucionar en esa función y tener éxito.

Los términos «competencias blandas» y «competencias duras» aparecieron en los años setenta, pero esa terminología ya no tiene sentido. Las competencias sociales y las competencias técnicas son igualmente pertinentes y deben tratarse como complementarias.

De hecho, lo cierto es que las llamadas soft skills tienen muy poco de soft: hablamos de habilidades interpersonales y sociales, que reflejan (también) el carácter de cada persona. Reflejan la actitud y/o la mentalidad de alguien, a lo que contribuyen la experiencia, la madurez y el autoconocimiento.

Las habilidades sociales no son habilidades «fáciles» o «sencillas». Al contrario: tienen un fuerte impacto en cómo aprendemos, cómo trabajamos y cómo conseguimos resultados. Requieren atención, y es con mucha persistencia y voluntad como podemos trabajar en ellas. Si lo hacemos y en el proceso descubrimos nuestros puntos fuertes, nuestro método de trabajo y nuestros valores como profesionales, sin duda estaremos en el buen camino para desarrollar nuestra carrera.

Detengámonos a reflexionar sobre el siguiente ejemplo: sin perseverancia (una habilidad social) es muy difícil -casi imposible, diría yo- desarrollar una nueva habilidad técnica (popularmente conocida como habilidad dura). Si no somos perseverantes, nos resultará muy difícil persistir y no rendirnos hasta dominar una habilidad técnica concreta.

Además, es importante que a lo largo del proceso de aprendizaje sepamos afrontar la frustración, persistiendo hasta alcanzar los objetivos previstos. Esto sólo es posible si cultivamos ciertas habilidades sociales, que nos ayudan a comunicarnos, a entablar relaciones y a evolucionar como personas y profesionales.

Basándome en este razonamiento, creo que deberíamos dejar de llamar «habilidades blandas» a las habilidades sociales. Al hacerlo, les restamos importancia en comparación con las «competencias duras». Debemos considerar ambas como dos tipos de competencias que se complementan; como dos caras de una misma moneda que, trabajadas simultáneamente, permiten obtener excelentes resultados.

Para concluir, creo que es pertinente prestar atención a la opinión compartida por Simon Sinek, el orador de TED Talk más visto de la historia y autor de libros como «Start With Why», quien sostiene que las competencias «blandas» son cualquier cosa menos «blandas» y que deberíamos referirnos a estas competencias como competencias «humanas». Sinek va más allá y distingue entre habilidades blandas y duras de forma breve y sencilla: las habilidades técnicas son las que nos permiten hacer nuestro trabajo, y las habilidades sociales nos ayudan a ser mejores seres humanos.

Al fin y al cabo, lo ideal sería poder combinar nuestras habilidades técnicas y sociales para convertirnos en personas y profesionales mejores y más completos, y contribuir al crecimiento de nuestro equipo.

Susana Correia
Jefe de Adquisición de Talentos

Esposa, madre en constante aprendizaje y desde hace más de 10 años trabajando en atracción de talento, un área que me apasiona y me reta cada día. Me gusta la sensación de liberación que me da viajar, así que en los últimos años he hecho de los viajes mi afición, pero nada es comparable a volver a casa, a los nuestros.

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